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Tu Dinero Nunca Duerme: El sesgo de confianza y el de anclaje

Carlos González Ramos, de Cobas AM, nos alerta contra dos de los sesgos más peligrosos para el inversor: el de confianza y el de anclaje.

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“Sesgos” es la palabra de moda en las últimas décadas. En la literatura económica en general, pero también en lo que tiene que ver la inversión en particular. La idea, muy atractiva y con la que la mayoría nos sentimos muy identificados, es que no somos tan listos como nos pensamos. Nos equivocamos de forma reiterada y repetimos una y otra vez los mismos errores; nos dejamos llevar por nuestros sentimientos y, aunque creemos que somos muy racionales, nos dominan las emociones.

Esta semana, en Tu Dinero Nunca Duerme, hemos invitado a Carlos González Ramos, director de relación con inversores particulares de Cobas Asset Management, una de las gestoras españolas que más énfasis pone en la econonomía del comportamiento, la psicología económica, behavioural finance o cualquier otro de los nombres con los que se conoce esta materia que podemos definir como la ciencia que estudia cómo pensamos y cómo nos comportamos en la realidad (y no en los modelos, tan queridos y tan usados en los libros de texto).

Porque si conocernos a nosotros mismos es importante en cualquier ámbito de nuestra vida, todavía lo es más en lo que tiene que ver con nuestros ahorros y nuestras inversiones. El ejemplo más conocido es el de esos inversores que compran movidos por la euforia y venden en los momentos de pánico: es decir, acuden al mercado cuando está caro y se van cuando están baratos, la peor combinación posible.

Para González Ramos, es evidente que todos los inversores “tenemos sesgos”, incluso los que más saben sobre esta cuestión. Y por eso mismo hay que ser cuidadoso a la hora de acercarse a los mercados, incluso aunque uno se sepa la teoría: “Hay que trabajar bien las emociones”.

“El sesgo de confianza nos dice a todos que somos mejores que la media. Pensamos que somos mejores que la media del mercado y que podemos superar a los profesionales y adelantarnos a los movimientos del mercado”, nos explica González Ramos.

Porque, además, siempre pensamos en los sesgos o errores más clásicos: el del inversor que pierde un 50%... y vende. Por supuesto, esto puede ser un error, porque si luego el mercado recupera, el que ya se ha salido se pierde lo bueno. Pero también es un error pasar de 100 a 150 y vender por sistema simplemente porque la cotización ha subido; porque si luego el precio sigue subiendo hasta 150, uno también se lo ha perdido. Es cierto que ha vendido con ganancias, pero no deja de ser un error no tan diferente del primero.

En este programa, nos hemos centrado especialmente en el sesgo de anclaje: esa distorsión que los psicólogos han estudiado a menudo y que consiste en que nos quedamos con la primera decisión o la primera cifra que nos llega sobre una acción o una inversión a la hora de decidir si tenemos que meter nuestro dinero en un activo. De esta manera, si compramos a 80 y cae a 60... dejamos de preguntarnos si algo ha cambiado en la tesis de inversión o si debemos vender (a lo mejor sí, porque la compañía se ha deteriorado y hasta los nuevos 60 son un precio alto) y nos anclamos a los 80 que pagamos, un precio que hace que no vendamos porque “no hemos recuperado” nuestra punto de partida, como si eso tuviera alguna importancia a la hora de la valoración de la compañía.

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