En el segundo programa dedicado a la figura de Beethoven de Música y Letra, ahora que se conmemoran 250 años de su nacimiento, el crítico Andrés Amorós ha decidio sustituir las oberturas del genio alemán por sus más conocidas sinfonías. En concreto, dedicará tres programas a estas piezas. Y por ello, en esta primera aproximación se ha detenido únicamente en las cuatro primeras, en las que, según él, "ya puede intuirse la evolución creativa" del músico que abrió las puertas del Romanticismo.
En la primera, ha explicado Amorós, "Beethoven logró consolidar el modelo clásico que ya existía en Haydn", "aunque yo ya veo signos de su personalidad: una vitalidad y alegría absolutamente desbordante y una fuerza tremenda", ha dicho. Fue compuesta en el año 1800, recién llegado a la treintena, y en ella, Beethoven, que conocía su talento, consiguió sentar las bases de las nuevas tendencias. En palabras de Amorós: "La alborada del nuevo estilo". La versión escuchada en el programa —únicamente el cuarto tiempo— ha sido la de la interpretada por la London Symphony Orchestra bajo la dirección de Joseph Krips.
La segunda sinfonía fue compuesta sólo un año después que la primera, pero en unas circunstancias lamentables. "Es el momento en el que Beethoven sufre una crisis muy grave, y cuando escribe su testamento de Heiligenstadt, narrándoles a sus hermanos los tormentos de su incipiente sordera, sus problemas económicos y sentimentales, y la profunda depresión que comienza a sentir, que le lleva hasta a pensar en el suicidio". Sin embargo, "él mismo fue el que concluyó que no podía acabar con su vida, ya que el talento que le había otorgado la providencia le obligaba a devolverles a los hombres sus creaciones musicales". La pieza escuchada en el programa —también el cuarto tiempo— "ha sido catalogada comúnmente como una apoteosis de ritmo endiablado, desconocida hasta ese momento" que, "aunque sigue conservando las formas clásicas, tiene un comienzo y un final más abrupto, y constituye un ejemplo de una nueva originalidad". La versión traída por Amorós ha sido la de la Orquesta de Múnich, a cargo del director Sergiu Celibidaque.
La tercera es, junto a la novena, la más conocida de todas. La Heroica fue compuesta por un Beethoven imbuido de los preceptos de la Ilustración, y entusiasmado con la figura de Napoleón, al que consideraba encargado de acercar los grandes principios de igualdad, fraternidad y libertad a toda Europa. Cuando el francés se autoproclamó emperador, sin embargo, Beethoven se desencantó, considerándolo un nuevo tirano, y cambió el título de su obra, dejando simplemente una dedicatoria "para celebrar el recuerdo de un gran hombre". En palabras de Amorós, se trata de "una obra extraordinaria; y un punto de inflexión en el desarrollo histórico del género de la sinfonía". En su momento no fue muy entendida por la crítica, aunque poco después terminaría siendo ensalzada por los grandes compositores románticos. No en vano, "fue la pieza que abrió las puertas del Romanticismo". En el programa se han escuchado tanto el primer tiempo como el cuarto. El primero a cargo de la Filarmónica de Viena, con dirección de Leonard Bernstein; y el cuarto interpretado por la Orquesta de la RAI, con dirección del asiático Myung-whun Chung.
Para acabar, Amorós ha querido cerrar el programa con el primer tiempo de la cuarta sinfonía. "Algo más desconocida por su colocación entre la tercera y la quinta", pero de enorme calidad. En palabras de Schumann: "Una esbelta doncella griega situada entre dos gigantes nórdicos".
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