A las 11:15 de la mañana del 2 de noviembre de 1933, el catedrático de matemáticas Edmund Landau abrió la puerta de su despacho en la Universidad de Göttingen para dirigirse al salón donde debía impartir su clase.
Fuera de su despacho lo estaba esperando una turba de unos 80 estudiantes. No le agredieron, pero cuando Landau logró llegar al aula, comprobó que solo había un alumno dentro: solo un estudiante se había atrevido a desafiar el boicot decretado por la Unión de Estudiantes Alemana.