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De aquí para allá: Alarcón

Encarna Jiménez y Víctor de la Serna nos descubren esta localidad medieval de la provincia de Cuenca.

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La visita a esta localidad del sur de Cuenca, es una ocasión de reencuentro con la historia y la naturaleza. Situada sobre un promontorio en un meandro excavado por el río Júcar, tuvo población desde época íbera y romana, pero el comienzo de su papel defensivo se debe al periodo andalusí, cuando en el S. VIII se construye una torre de vigilancia que daría origen a la actual Torre del Campo, en el comienzo de la fortificación medieval y renacentista.

En el S. XII Alfonso VIII, conquistador de Cuenca, se hace con la fortaleza de Alarcón. En el S. XIV, ya está extendido su poderío en la confluencia de Cuenca, Albacete y Valencia en lo que sería posteriormente el ducado de Villena. D. Juan Manuel estuvo en el castillo de Alarcón escribiendo gran parte de El Conde Lucanor. Finalmente, Juan Pacheco es el que aporta mayor ímpetu constructor y significado político a un lugar fundamental en la serie de castillos de su marquesado (Belmonte, Chinchilla, Almansa etc).

Alarcón tiene en la actualidad 150 habitantes y se mantiene gracias a la hostelería.

Visita

El castillo es el conjunto arquitectónico más destacado. Tiene varias zonas amuralladas y con puertas entre las que destacan: la Torre del Campo, con una vista excepcional, la de Alarconcillos, Cañavate y la torre del Calabozo que da paso a Alarcón y el núcleo de su castillo, hoy Parador Nacional, con una Torre del Homenaje renacentista construida por Juan Pacheco.

Otros edificios civiles son: El Ayuntamiento, con cinco arcos carpaneles, del S. XVI, en la Plaza de D. Juan Manuel; la Casa-Palacio de los Villena y la Casa-Palacio de los Castañeda, con portada renacentista.

Entre las construcciones religiosas sobresalen:

Iglesia de Santa María. Es la más rica por construcción y tesoros muebles. Posee portada plateresca, interior con bóvedas de crucería y potentes nervaduras, gran retablo mayor y restos de S. Julián.

Iglesia de San Juan Bautista, en la plaza de D. Juan Manuel, con portada renacentista e interior de una nave con pinturas murales de Jesús Mateo.

Iglesia de Santo Domingo de Silos, junto a la muralla, con portada gótica y reformas posteriores en época renacentista y barroca. Actualmente, es un lugar acondicionado para conciertos y exposiciones.

Iglesia de la Trinidad. De origen románico tardío, sobre el Arco de la Villa, tiene reformas posteriores.

¿Dónde comer?

Parador Marqués de Villena. Un castillo medieval, un comedor más medieval aún... ¿Cómo saltárselo? Sólo con sentarse bajo las gualdrapas y las lámparas de hierro forjado colgadas del altísimo techo se ha pasado un buen rato en plan Camelot. Y luego, la cocina de Paradores, digna aunque no excelsa, y sobre todo los platos más regionales en este establecimiento: morteruelo conquense, perdiz en escabeche, duelos y quebrantos (ya saben: huevo revuelto, chorizo y tocino de cerdo entreverado, una cosa dietética), para terminar con helado de queso o dulces árabes y a quesos de La Mancha.

La Cabaña de Alarcón. Casero, rústico, agradable, con maravillosas vistas sobre las hoces del Júcar... ¡Una perla! Porque también cuidan la cocina. Para empezar, queso frito con mermelada de tomate, morteruelo, lomo de orza. Y para seguir ciervo estofado, carrillada estofada o codillo al horno, para acabar con una natillas caseras.

La Fragua. La de Vulcano, se entiende: en una pared, gran mural que reproduce el cuadro de Velázquez. Es otra muy correcta opción en un pueblecito minúsculo pero que atrae como un imán a los turistas. Local pequeñito. Cosas regionales, claro: ensalada de perdiz, migas con uvas, croquetas de jamón, morteruelo, paletilla de cordero asado. De postre, la tarta de manzana caliente o las natillas con flores manchegas.

Beber

Una vez traspasado el pantano de Alarcón por la vieja N-III Madrid-Valencia estamos en la Denominación de Origen Manchuela, muy desconocida pero con algunos suelos y parajes idóneos para la viña de calidad, por la altitud y por la pobreza de los suelos calizos. Compruébenlo con los vinos de tres pequeñas bodegas de magnífica calidad: Bodegas y Viñedos Ponce, Pago Alto Landón y Cien y Pico.

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