El punto más meridional de la península ibérica se encuentra en Tarifa. Por esta ciudad gaditana de 18.000 habitantes han pasado cartagineses, romanos, el aire del Atlántico y el Mediterráneo y Tarif (710), antes de que llegara Tarik con 9000 musulmanes en el 711.
Tarifa mantiene una estructura puramente morisca y medieval en su parte intramuros, y ofrece construcciones que fueron modelo, como otras de Cádiz, en México. La influencia gaditana y andaluza en el patrimonio arquitectónico de Iberoamérica es más que evidente.
Visita
Tarifa, la ciudad que desvela Guillermo Perez Villalta en su cuadros, mantiene un centro histórico de influencia morisca que se construye a lo largo de la Edad Media en distintas etapas. En el S. X, época del califato, se fortifica. Posteriormente, al ser puente para la entrada de almorávides, almohades y benimerines, es lugar de batalla. Hasta la del río Salado que ya vence la balanza hacia los cristianos, como con los guzmanes. Estamos al final de la Edad Media.
De su época como fortaleza se conservan parte de los lienzos de la muralla y la Puerta de Jerez, del S. XIII.
Entre sus monumentos hay que reseñar el Castillo de los Guzmanes y la Torre de Guzmán el Bueno y varias torres almenaras.
En cuanto a las iglesias, la de S. Francisco o San Mateo nos remiten a la blancura y el barroco transferidos a América. Fuera de los muros se encuentra el castillo de Santa Catalina.
Las ruinas de Baelo Claudia, en el golfo de Bolonia, es un destino imprescindible para conocer e interpretar este núcleo urbano romano y de utilización posterior. Centro de interpretación y edificio de Vázquez Consuegra nos invitan a conocer lo que ha supuesto este lugar telúrico entre N-S, E y W.
¿Dónde comer?
La Codorniz. Como los demás restaurantes destacados de Tarifa, está en realidad en las afueras, en la carretera Málaga-Cádiz, con grandes vistas, y todos ellos dentro de hoteles. La Cdorniz es el más conocido, con su cocina andaluza y marinera: melva de Tarifa con pimientos, arroz con carabineros, urta a la plancha y tocino de cielo.
Hurricane. Aquí, el nombre es inglés, como lo es el propietario, James Philip Whaley, mientras que la decoración del comedor y la terraza es marroquí. Muy exótico todo. Pero la cocinera se llama Juana María Ortiz, y el plato estrella es siempre un pescado del Estrecho: besugos, urtas, pargos. También una 'pizzetta' de verduras para abrir boca y un solomillo de ternera a la sal para los ictiófobos (los que no comen pescado, vamos).
Mesón de Sancho. Pues con ese castizo nombre, también es un hotel donde se toma el aperitivo junto a la piscina, si el tiempo es bueno, y luego darse un paseo por la gastronomía gaditana: ortiguillas de mar fritas, ijada de atún a la plancha, albóndigas de rabo de toro y una tarta casera.
Beber
En esta tierra, que es la de los vinos generosos del marco de Jerez, poco a poco –muy poco a poco- va avanzando la idea, revolucionaria para algunos, de acompañar una gran comida marinera con un buen vino generoso, un fino de Jerez o del Puerto o una manzanilla de Sanlúcar. Lo recomendamos muy encarecidamente, y sugerimos aquí tres ricas manzanillas: la más ligera, la Barbiana, de Rodríguez-La Cave, la más poderosa, la Goya, de Delgado Zuleta (ambas bodegas hoy fusionadas), y la más sorprendente, una manzanilla de añada, la Callehuela 1/11 de 2012.
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