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De aquí para allá: Bath

Encarna Jiménez y Víctor de la Serna nos descubren los secretos de Bath. Una monumental ciudad del suroeste de Inglaterra famosa por sus termas.

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Esta ciudad tiene 83.000 habitantes y casi cuatro millones de visitantes. Lo tiene todo. Paisaje, muchos edificios interesantes y una larga historia que se remonta a un santuario celta y, sobre todo, a los romanos que construyeron unas termas aprovechando sus aguas.

También fue lugar de recreo para las clases pudientes. Su primera abadía es del s. X, pero comienza su importancia en el s. XVI con la reina Isabel y se desarrolla culturalmente en el s.XVIII y XIX.

La oferta es enorme, pero es imprescindible el paseo a pie para ver la Abadía del S.XV, el Teatro Real, el puente de Pulteney sobre el Avon y el Royal Crescent. Impresionante, junto a los jardines del Victoria Park.

Los arquitectos de época victoriana se deben a John Wood. Hay numerosos museos históricos de colecciones de arte como el Victoria y el Holburn o los dedicados a Jane Austen o el museo postal.

Hay cinco teatros y no faltan visitas temáticas. La imprescindible en las termas romanas. Sus calles céntricas son bonitas y el río le da una especial personalidad.
Se puede hacer un pequeño desplazamiento por los alrededores con el magnífico cromlech de Stonehenge.

¿Dónde comer?

The Bath Priory. No sólo una de esas mansiones inglesas de ensueño con su parque, sus viejos muros de piedra, su enredadera en las paredes y camas con baldaquín, sino el mejor restaurante de Bath. Muy buena cocina, más bien clásica, del cocinero Sam Moody: prueben su 'tartare' de abadejo de Cornualles con nata, limón verde, wasabi y sésamo, o su paletilla de cordero inglés con cebada perlada, yogur especiado, cogollitos de lechuga a la plancha y granas. Y terminen con una 'mousse' de vainilla con ruibarbo hervido y sorbete de ruibarbo.

Brasserie Blanc. En el Hotel Francis de Bath tiene una de sus 19 'brasseries', al estilo de las cervecerías clásicas francesas, el más famoso cocinero francés de Inglaterra, Raymond Blanc, cuyo Manoir aux Quat' Saisons está cerca de Oxford. En las 'brasseries' propone una cocina barata y simpática. Su menú (sólo 10 libras por primer y segundo platos, o segundo plato y postre) incluye cosas como una ensalada de garbanzos, tomate y berenjenas ahumadas, un estofado de buey a la provenzal con zanahorias braseadas y arroz pilaf, o un 'parfait' de mango y turrón con salsa de mango y maracuyá.

Marlborough Tavern. Otro sitio precioso en esta ciudad de ensueño: un 'pub' del siglo XVIII, con alegres paredes verdes claras y amarillas, y una cocina clásica de 'pub', incluidos unos imponentes 'steaks' de buey envejecidos durante un mes, con sus patatas fritas y su tomate asado, o un 'fish and chips' con buen bacalao fresco rebozado a la sidra, guisantes y salsa tártara.

Beber

Una cerveza artesana de alguno de los productores locales, sobre todo si es una poderosa y sabrosa 'India Pale Ale' o IPA. Y no olvidemos que los espumosos ingleses están hoy a la altura de los de Champaña. Tres buenas marcas: Gusbourne Estate, Nyetimber y mi favorita personal, Ridgeview. ¡Muy bueno con el 'fish and chips'!

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