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De aquí para allá: Candelario

Encarna Jiménez y Víctor de la Serna comentan lo que hay que hacer, visitar y comer en esta localidad salmantina.

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En la Sierra de Béjar, entre bosques, riachuelos y montañas se encuentra el bonito pueblo salmantino de Candelario. Está en el límite con Ávila. De hecho la pequeña aldea cercana llamada Tremedal, pertenece a Soneja de Ávila y por el sur linda con Cáceres.

Posiblemente, ya hubo un asentamiento romano en este lugar, pero empieza a desarrollarse en la Edad Media ligado a la ganadería y la madera.

Actualmente no llega a los 1000 habitantes, y el turismo es una de sus principales fuentes de riqueza.

Lo más característico de Candelario es haber mantenido la arquitectura popular, de buena factura, ligada a la forma de vida y al sustento que provenía de la matanza del cerdo y el ganado bovino. Esto lo podemos comprobar en "La casa chacinera", una construcción del S. XIX con sus tres plantas: el patio de la matanza, la vivienda y la de conserva. Es un pequeño museo etnográfico muy bien explicado.

Las encosteradas calles de Candelario, con sus regatas para el agua, las casas de piedra y las "batipuertas" forman un conjunto histórico-artístico de gran atractivo.

Entre los edificios más destacados se encuentran: la iglesia de la Asunción que mezcla románico, gótico, mudéjar y barroco. También tiene un gran encanto la ermita del Santo. Cristo del Refugio o del Humilladero.

El Ayuntamiento es una construcción elegante del S. XIX y, no dejan de tener gran importancia las fuentes que manan en las entradas del pueblo, al igual que los riachuelos.

Aquí nace el río Cuerpo de Hombre y el Chico. También hay preciosos paseos por sus bosques .

¿Dónde comer?

El Ruedo. Un mesón sencillo, con buenas tapas y carnes rojas de ganado morucho, además de platos tradicionales como las patatas revolconas, las chuletillas de cabrito o el rabo de toro guisado. Se termina con un flan de higos o una cuajada con mermelada de tomate. Es probablemente la dirección más segura en Candelario.

La Plata (Béjar, a 5 kms.). Antonio Barragán en los fogones y su hermano Ricardo en sala ofrecen una cocina cuidada y hasta opulenta en esta casa bejarana. Calderillo bejarano; bacalao a baja temperatura con salsa vizcaína y morcilla de calabaza, carrilleras de cerdo ibérico, chuletón de ternera morucha con salsa de colmenillas. Para terminar, canutillos rellenos de espuma de caramelo.

Artesa (Béjar). Es una antigua casa chacinera, reconvertida en posada, con agradables habitaciones y un restaurante bastante sofisticado: alubiones (con b, no con v) de El Barco de Ávila con almejas en salsa verde, ensalada templada de boletus edulis con jamón y confitura de tomate, milhojas de solomillo de ternera y foie-gras con salsa de frutos del bosque, y un postre fresco de mango, mascarpone y azafrán.

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