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De aquí para allá: Ginebra

Encarna Jiménez y Víctor de la Serna comentan la gastronomía y lo que hay que ver, hacer y visitar en Ginebra.

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La metrópoli más pequeña del mundo -es tan internacional como de discretas dimensiones- se encuentra en el Suroeste de Suiza, en un extremo del lago Leman, donde comienza el río Ródano. Sus primeros pobladores fueron celtas. Después la conquistó Julio César en su Guerra de las Galias y fue un lugar disputado en la Edad Media. En la Edad Moderna se unió a la reforma con Calvino. Uno de los últimos intentos por doblegar a la liga helvética de la que formaba parte, la llevaron a cabo los Saboya a comienzos del S. XVII. Intentaron tomar la ciudad con grandes escaleras, pero fueron rechazados.

Los s. XVIII y XIX son de expansión industrial y financiera. En el S. XX se convierte en zona neutral lo que le da la posibilidad de acuñar su marca de internacionalidad. Sede de centros internacionales, industriales y financieros, tiene un nivel de vida de calidad y es una ciudad cara.

Visita

El casco antiguo se encuentra en la parte sur, a la izquierda de la corriente del Ródano. Ocupa una elevación en la que destaca su ambiente de anticuarios, su aire "vintage" y de lujo sin ostentación. Allí se encuentra la Iglesia de S. Pedro que primero fue católica y luego reformista. Su arquitectura es ecléctica, yendo del románico al neoclásico. Desde su torre hay una bonita vista de la ciudad y el lago.

La Grand Rue es una de las principales calles de la "vielle cité" donde nació Rousseau y vivió en el pasado siglo Jorge Luis Borges.

El Jardín inglés es un lugar muy especial , con su reloj de flores; también el Ayuntamiento, la Maison Tavel (S.XIV) o la plaza Bourg de Four.

Cerca tenemos el museo de Arte e Historia (Que alojó la muestra de las obras del museo del Prado en 1939) y el de Ciencias naturales y el de los relojes.

Al otro lado del lago, se encuentra el Palacio de las Naciones, con la célebre cúpula de Barceló y varios parques y museos.

A pocos kilómetros del centro, se encuentra la ville Carouge, con aire bohemio. Quizá recuerdo de ser un lugar donde se refugiaron muchos perseguidos por sus creencias religiosas.

¿Dónde comer?

Les Armures. A dos pasos de la severa y calvinista catedral de San Pedro, en la vieja Ginebra medieval, entramos en otro templo: el del queso fundido a la vieja manera suiza. En lonchas se llama 'raclette', en una pequeña marmita sobre una llama es la 'fondue'. En cualquier caso, se toman antes unas chacinas suizas con la cecina de vaca de los Grisones en cabeza, y después (si hay fuerzas) una tarta de manzana. Con todo eso se bebe vino blanco suizo de uva chasselas. Y, ¡ah!, es también hotel, lo cual puede permitir una siesta reparadora.

Bistrot du Boeuf Rouge. Clásica taberna a la francesa de cocina de Lyon, que fundó un cocinero de allí, pero hace ya un cuarto de siglo largo que lo traspasó a la familia Fariña: emigrantes gallegos. Ellos han mantenido inteligentemente intacta la rústica cocina popular de la capital gastronómica francesa: andouillettes (salchichas hechas con callos) a la mostaza, 'foie gras' casero con manzana y gratén de patatas, 'quenelles' de lucio... Un festejo de una cocina del pasado. Con buenos vinos suizos y franceses. Y una 'mousse' de chocolate amargo, como mandan los cánones, para terminar.

Vineet by Rasoi. En Ginebra siempre ha habido excelentes restaurantes exóticos como aquel Tsé Yang, predecesor del madrileño. Este, situado en el lujoso hotel Mandarin Oriental, es la sucursal del Rasoi londinense, del gran cocinero indio Vineet Bhatia: no se queda en la cocina india de exportación a Occidente, sino que la moderniza según la inspiración de Bhatia: así, se puede empezar con un salmón ahumado en el horno tandur acompañado de besugo envuelto en hoja de platanera, mientras que el pollo tanduri viene con almendras tostadas y salsa de pimienta negra. Exótico... y espectacular.

Beber

Suiza es un país que produce mucho vino, pero como a los suizos les gusta y tienen dinero, casi nada sale del país. Vengan a descubrir el vino, no ya suizo, sino ginebrino: un sauvignon blanc de Jean-Michel Novelle, un savagnin del Domaine des Curiades, un chardonnay del Domaine des Balisiers, por ejemplo. Tres blancos exquisitos.

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