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De aquí para allá: Avilés

Encarna Jiménez y Víctor de la Serna nos descubren la nueva capital cultural asturiana, su gastronomía y lo que hay que hacer y visitar.

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Avilés, la tercera población de Asturias, tras Oviedo y Gijón, se encuentra al final de la ría del mismo nombre. Por su reciente pasado, ligado a la industria y la minería, y a sus consecuencias contaminantes, es un lugar que no suele entrar dentro de los grandes circuitos turísticos, a pesar de tener un patrimonio monumental de gran interés.

Sin contar con los habitantes prehistóricos que anduvieron por la cornisa cantábrica, ya en tiempos romanos, Avilés es un lugar que une la tierra con el mar, la riqueza mineral con la distribución y la exportación.

Tuvo fueros en la Edad Media, comercio de sal, artesanía y construcciones defensivas como la muralla y el castillo de Gauzón.

Mantuvo su bienestar desde los RRCC hasta el S. XVII, cuando nació Carreño de Miranda, el pintor de Corte del final de los Austrias. El S. XX fue el de la industrialización y, después, el de la reconversión.

Visita

Avilés conserva un hermoso patrimonio arquitectónico y cultural en su centro histórico en el que, partiendo de la Plaza del Ayuntamiento, podemos disfrutar en pocos metros de notables construcciones de arquitectura civil y eclesiástica.

Entre los edificios religiosos destacan: La iglesia de Sta María Magdalena, del S. XIII, la de S. Nicolás de Bari, S. XII-XIV, con sus capillas. Van del románico al neogótico como la de Sto. Tomás de Canterbury o Sabugo.

En arquitectura civil encontramos palacios desde el medievo hasta la época modernista. Entre ellos , el Palacio de Valdecarzana, medieval, los de Ferrera, Balsera, Camposagrado y Llano-Ponte, o el Teatro Palacio Valdés modernista.

Fuente de los Caños de S. Francisco de los S. XVII-XVIII y soportales de la calle Galiana. Entre las últimas dotaciones culturales están el Museo de Historia Urbana y el Centro Niemeyer, una de las últimas obras del arquitecto brasileño.

¿Dónde comer?

Casa Tataguyo. Cumple 170 años uno de los restaurantes más antiguos de España, una casa entrañable que desde hace 30 está regentada por Juan Rivero, quien dirige la sala. Los pescados de la rula (lonja) local y la de Cudillero al horno y los platos de cuchara son los más populares de su oferta tradicional. Así que ya saben: fabes con almejas, pote asturiano de verdinas con su compango, el mítico virrey del Cantábrico al horno, pimiento rojo relleno de ternera, longaniza casera con patatas, tan tradicional como solicitada, y para acabar milhojas caramelizado o tarta de avellanas.

Real Balneario (en Salinas, a 4 kms.). Totalmente metido en la playa, con comedores marineros clásicos, entre los que destacan los dos acristalados con vistas espléndidas. Tras su cierre anual, reabre el día 7. Es la gran mesa clásica de esta parte de Asturias, con algún guiño moderno (y en verano, cuando llega la clientela foránea, hay una pequeña carta de fusión japonesa). Es la joya de la familia Loya, con Isaac a los fogones. Hace dos meses nos dejaba Miguel, su padre y patriarca de la gran cocina en Asturias. Recuérdenlo con los grandes platos clásicos del Real Balneario: pulpo de pedrero braseado sobre guisantes y su jugo con algas, ventresca de bonito del Cantábrico,lubina al champán, nada menos que ¡siete! platos de bogavante. Y unas ricas fresas maceradas en vinagre balsámico.

D'Miranda (en Castrillón, a 8 kms.) Tras su paso por el Centro Niemeyer, Koldo Miranda regresó a su casona de Castrillón, hoy decorada en plan minimalista, y ofrece la cocina más moderna de la zona, pero lo de moderno no excluye lo sensato y lo armonioso, así que no desdeñen (cuando reabra tras su actual periodo de vacaciones, en principio el día 1) su consomé especiado con tofu de coco, pomelo y langostino, su 'arroz marinero y huerta asturiana' (un arroz verde con azafrán, naranja y salmonetes), su 'ternera en puchero' (nada menos que ternera con su morro y su oreja, tomillo y cebolla), o su gelatina de manzana, chocolate, naranja, yogur, avellana y limón.

Beber

Repetimos: beban vinos asturianos y se sorprenderán. De Cangas del Narcea. Un viñedo resucitado. Uvas autóctonas muy interesantes. Tres buenas bodegas: Monasterio de Corias, Escolinas y Dominio del Urogallo, aunque ésta muestra algún exceso de entusiasmo por el roble nuevo.

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