La vida pasa por su mirada, la mía no supo ver más allá de los suyos. Mi corazón jamás se saltó un latido y todo ello, para no molestar a la alimaña de diseño llevada en su interior.
Bestia sin clemencia, sin desalentarse en su daño a los demás, colgada de bellezas para hacerlo atractivo. Tan maléfica como su convicción, grande y tan inmoral como el resto de las cosas que te gustan.
Parece que fuera ayer, la invasión de dulzura, el calor por doquier y emoción de juntarse para sumar uno.
Construyes la vida del mismo material con el que se construyen los sueños, pero el material se desgasta y los sueños se desinflan, solo lo llena tu desesperanza.
Callas para evitar tu desnudez frente a los restantes, pero el dolor irá contigo hasta tu desfallecimiento y quién sabe si perdurara en los confines de lo eterno.
Mucho tiempo ha pasado y todo perdura en cualquier parte de lo ocurrido, ya no espero nada de algo y ya no busco consuelo en el vacío, desfallecí de tonto y desventurado.
El santiamén llegó, cogí la pistola y disparé contra todos mis males, ahogue cada una de mis lágrimas en más lágrimas aun, hasta hundirlas en su desprecio vivido.
Salte de mi tumba para cogerte el brillo de mi estrella y ahora camino sin fe. ¡Entérate! Te querré hasta que las montañas se mezan con el viento.
Por Jorge Luis
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