Idiota: Por esa regla de tres ningún asesino pagaría por los muertos que han enterrado por su crímenes.
Como los muertos no hablan, ni perdonan ni dejan de perdonar.
¡Idiota!
Pero Dios Mio, ¿es tan difícil para todos aquellos que, por una razón u otra, enredan las normas a su favor, de forma que todos estos asesinos puedan salir de rositas, se les pueda contestar?: ¡¡¡ QUE SE CUMPLA LA LEY, COÑO!!! Consuelo, ni más manos, ni más visitas, ni más de nada, LA LEY, en toda su extensión y dureza y que la dejen en Paz.
El “muerto”, como dice el titular, ya cumplió su papel: soportó hasta el final el 100 por cien del odio de uno de sus enemigos y dio todo lo que tenía, la vida, que solo tiene un dueño, Dios.
Al vivo que le apartó de vivirla le queda toda una vida de reflexión, le queda como una carga de conciencia que mas tarde o temprano pasa factura, sea por el dolor de la privación de libertad en la cárcel , sea por el peso del acto en su conciencia y en su corazón.
Los demás: familiares, vecinos, amigos e intolerantes de estas situaciones, sufrimos la impotencia de no haber erradicado ya y a nivel mundial ésta sinrazón mediante actos de reconciliación entre aquellos, mediante la oración.
Todo esto es producto de nuestra falta de fe, de nuestras dudas, unos claman a Dios justicia, otros la llevan a cabo “a su manera” a base de pistolas y engaños.
Nos queda la pena de por vida de no ver “abatida” la violencia pero estamos en ello.
Cada día que Dios nos regala es una nueva oportunidad para el perdón, la solidaridad y el encuentro entre personas y pueblos.
Lo que tiene que hacer esta señora en cuanto vea al asesino de su hermano es descargarle todo el cargador de un 38.
Yo, lo haría.