
Llegar a Santiago a través del Camino Olvidado
Una de las rutas jacobeas más antiguas de las que se tiene constancia, transitada con toda probabilidad entre los siglos IX y XII.

Gran parte de su trazado discurre por los valles meridionales de la cordillera Cantábrica, entre Bilbao y Villafranca del Bierzo (León), donde se une al camino Francés para proseguir juntos a Compostela.
Debió ser muy utilizado hasta finales del siglo XI, cuando el impulso de los reinos cristianos consolida la frontera con los musulmanes al sur del Duero y el rey Alfonso VI, conquistador de Toledo, promueve el camino Francés de la mano de los monjes de Cluny.
Se trata de un camino lleno de tradición, con un patrimonio natural y cultural privilegiado, y una gastronomía sobresaliente; donde gentes sencillas y hospitalarias acogen al peregrino al final de cada etapa.
Un viejo camino en el que la historia se plasma en túmulos, dólmenes y menhires, calzadas romanas, puentes medievales, recónditos castillos, venerados monasterios y hospitales de peregrinos. Donde paisajes de increíble belleza desvelan sus secretos en cada color, en cada matiz. Donde aún es posible emocionarse al contemplar la Vía Láctea, con el murmullo del viento en los árboles y el arrullo del agua.
Hoy hablamos con Marta García Suárez, Gerente de la Asociación Cuatro Valles, colectivo que, junto con otros grupos de acción local, se han propuesto sacar del olvido, precisamente, al Camino Olvidado (@CaminoOlvidado) a Santiago
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