Como un sueño de princesita y su rana, merodeaba por mi cabeza el amor. Otras veces lo intenté. Fracasé. O fracasaron ellos.
Sufrí, hasta creer que nada podría corresponderse nunca con ese ideal de cuento que desde niña me alentó a buscar el amor.
Me esforcé por querer creer que eso no existía y me hice poco a poco a la idea de que cualquier cosa que viniera estaría bien, que me conformaría.
Pero, hace ya cuatro años, en la rutina universitaria de libros y bibliotecas, de ruidos de discoteca, de embrujo de la Alhambra, surgió mi cuento. Amor, ya lo conseguí. Sin darme cuenta el amor sobrepasó mi conformismo, mi resignación.
Sobrepasé cualquier cuento de niños, para forjar un amor adulto. Será, lo sé, lo sabemos, un cuento con el final más feliz que se haya escrito nunca.
Y así, este amor que ya conseguí me demuestra que la felicidad pasa por creer en él.
Existe, es real, ya me tocó, ya lo conseguí, y todo gracias a ti...mi amor.
