Si bien las vacaciones de verano constituyen un magnífica ocasión para desconectar de la rutina diaria y cargar pilas para el resto del año, lo cierto es que esta situación de relax asociada al período estival no debe llevarnos a bajar la guardia en el ámbito medioambiental. Es por ello que la Consellería de Medio Ambiente e Ordenación do Territorio y Sogama, habida cuenta del cambio de hábitos que trae consigo la etapa vacacional, han optado por publicar conjuntamente un decálogo con diez sencillas recomendaciones para que la gestión sostenible de los desechos viaje con los ciudadanos y que ésta se haga efectiva en cualquier parte del mundo.
- Limpiar los armarios y cajones de nuestras casas, y deshacernos de lo inservible puede ser el primer paso, propiciando de esta forma que cada material reciba el tratamiento adecuado.
- Poner freno al usar y tirar asociado a las comidas al aire libre y sustituir las vajillas y cubiertos de plástico por su versión reutilizable constituye otra buena práctica, al igual que la lucha contra el littering o el abandono de residuos en el entorno natural, tan característico del período estival.
- Seguir colaborando con el sistema de recogida selectiva y aprovechar la oportunidad que brindan las viviendas con huerto y jardín para hacer compost con la materia orgánica, constituye otra magnífica opción, al igual que la reducción del desperdicio alimentario, sólo alcanzable con planificación y máximo aprovechamiento.
- Nada por la borda debe ser el lema para los que surcan los mares, en donde la alta presencia de plásticos está degradando los ecosistemas y ocasionando la muerte a muchos animales marinos.
- Las actividades de voluntariado ambiental pueden suponer un gesto solidario con el entorno, al igual que las que se llevan a cabo con los pequeños de la casa para que tomen un mayor contacto con la naturaleza y la respeten.
- Mantener todas estas conductas durante el resto del año se hace necesario si queremos aportar nuestro grano de arena en el tránsito a realizar hacia la economía circular.
Limpieza y orden
El documento comienza con la oportunidad que puede representar el disponer de mayor tiempo libre para vaciar armarios y cajones y hacer acopio de lo inservible, depositándolo en los puntos de recogida apropiados. Ropa y calzado que ya no usamos, aparatos eléctricos y electrónicos que ya no funcionan y un sinfín de artículos que acumulamos en nuestras casas y que pueden tener una nueva vida gracias a la reutilización y al reciclaje.
Asimismo, se incide en la necesidad de poner freno al usar y tirar, tan habitual en los picnis, comidas en la playa y meriendas en el campo, procurando que las vajillas y cuberterías de plástico se sustituyan por su versión reutilizable (loza, cristal, acero, …) y con larga vida.
La lucha contra el littering o abandono de residuos en entornos naturales, y que se acrecienta en verano debido a una climatología más benévola para disfrutar de actividades al aire libre, debe estar también muy presente, al igual que lo debe estar la recogida selectiva. La máxima de "un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar" debe cumplirse a rajatabla para garantizar el reciclado. Cada tipo de contenedor debe acoger el residuo correspondiente, propiciando de esta forma su transformación en nuevas materias primas.
El autocompostaje se erige igualmente en una magnífica solución para el tratamiento de la materia orgánica. Las viviendas con jardín y huerto constituyen el escenario idóneo para elaborar abono de alta calidad a partir de los residuos orgánicos y utilizarlo de nuevo como fertilizante natural.
Planificación y respeto
Reducir el desperdicio alimentario se configura como otro de los objetivos que debe estar muy presente. Fiestas, comidas con amigos, el almuerzo en el chiringuito de la playa y en el restaurante se repiten cada día, y las sobras de comidas acaban irremediablemente en los cubos de la basura. La racionalidad se impone. Elaborar una lista previa de la compra, adaptar las raciones al número de comensales, diferenciar entre fecha de caducidad y fecha consumo preferente, y aprovechar los restos para nuevos menús constituyen pequeños gestos que traerán consigo un gran ahorro de recursos. Llevar el tupper al restaurante para las sobras no debe generar ninguna situación incómoda ni vergonzosa. Se trata de maximizar el aprovechamiento.
Nada por la borda. Este debe ser el lema para los que surcan los mares, que hoy se han convertido en los grandes vertederos de la humanidad. La elevada presencia de residuos, sobre todo de plásticos no biodegradables, están ocasionando serios daños en los ecosistemas y la fauna marina, provocando la muerte de muchos animales, que los confunden con alimento.
También las vacaciones pueden ser un buen momento para apuntarse a actividades de voluntariado ambiental a través de la colaboración en la limpieza de espacios públicos y labores educativas, resultando igualmente un momento propicio para realizar actividades con los pequeños que permitan un mayor contacto con la naturaleza, inculcándoles el respeto hacia la misma.
Pero nada de estas acciones tendrían sentido si no se extienden al resto del año, ya que sólo a través de la perseverancia y la responsabilidad compartida se logrará hacer frente a la problemática que representan los desechos. El reto reside en abandonar el modo de vida lineal, caracterizado por las malas prácticas de extraer-producir-usar-tirar, y transitar hacia uno circular en el que los residuos se transformen en recursos.