Si alguien pensaba que los alcaldes del cambio asistirían a la coronación de un líder de En Marea como invitados, figurantes de la película o personajes de cartón piedra, se equivoca. Los tres han demostrado su gusto por la música góspel, porque es espiritual y evangélica -de ello han dado pruebas evidentes-. Pero la música góspel, a diferencia de otras modalidades, suele cantarse en coro. Por eso, las voces fuertes prefieren un grupo amplio y coral, donde no sobresalga ninguna voz, al menos, que sean varios los solistas a los que los demás les harán coro.
Los primeros coros de canto góspel que empezaron a cantar hace siglos por tierras de Virginia lo hacían en régimen de esclavitud. No es necesaria una interpretación exclusivamente política para darse cuenta que ciertos partidos no dejan de ser simples coros de canto góspel. Y lo son por dos razones fundamentales: la primera, que forman una gran masa coral de acompañamiento, pero son pocos los que pueden hacer un solo; y la segunda, entre los que sí pueden ser solistas existe una guerra permanente. Es decir, en el primer caso, los afiliados -o inscriptos como ahora los llaman esos partidos- no dejan de ser más que esclavos como aquellos primeros afroamericanos que llevaron con grilletes al nuevo mundo. En el segundo de los casos, o todos los coroneles pueden hacer de solistas o no hay trato. Era lo mismo que pasaba con los "amos" en las plantaciones virginianas.
Pues esto mismo le vino a decir Ferreiro a Villares. Y el alcalde coruñés no hablaba por sí solo. Ya saben, para cantar góspel no basta ser bueno, hay que tener buen coro. Igual que en política.