Los trabajadores de Vulcano reconocen que el compromiso alcanzado por parte de Trasmediterránea para la construcción del ferri supone un balón de oxígeno en un momento "crucial" para el astillero, pero también saben que trasladar a la práctica el pacto va a llevar un tiempo, "algo que no tenemos", afirma el presidente del comité, Nicolás Sangabriel, que recuerda que la empresa, sin saldo en caja, ya les adeuda el equivalente a dos salarios: el de febrero, parte del de enero y otra parte de la extraordinaria de diciembre.
Por eso, piden a la Xunta que adelante el dinero a través de un crédito hasta que el contrato del ferri entre en vigor y la compañía armadora realice el primer ingreso. Es una de las propuestas que quieren plantear al delegado del Gobierno de Feijoo en Vigo, Ignacio López Chaves, al que el pasado día 7 solicitaron una reunión urgente. "Si el lunes sigue sin respondernos, empezarán las movilizaciones. La primera consistirá en una visita a su despacho de la plantilla al completo", señaló Sangabriel, que añadió que el siguiente paso será pedir una entrevista al conselleiro de Industria. "Queremos trasladarle en persona lo acuciante que es la entrada en vigor del ferri, y no solo por los sueldos, sino también porque el 31 de marzo vence uno de los plazos de la deuda pactada con los acreedores para superar el concurso".
No contemplan los trabajadores que la Xunta no "reme a favor" justo en el momento en el que parece que, gracias en parte a su mediación, además de la del ICO y la de Pymar, los actores principales de la operación, Trasmediterránea y Banco Santander, han despejado el camino hasta el punto de que el objetivo es cerrar el contrato la próxima semana. Aunque se cumpla ese plazo, quedará aún otro igual de importante, estructurar la financiación, cometido al que ninguno de los protagonistas se atreve a poner fecha. "Será lo antes posible", se limitan a decir.
Vulcano ha logrado sobrevivir cinco años sin más actividad que los cuatro meses que, entre enero y mayo del 2013, realizó la mitad de la plantilla del astillero en Andalucía para poner a flote el ferri. La factoría viguesa se adjudicó el buque, que había quedado a medio hacer tras la quiebra de Astilleros de Sevilla. Era un encargo de la armadora noruega Viking Line, que canceló el contrato por el retraso en la construcción. El Santander, principal acreedor, se hizo con la propiedad del ferri.