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El asesino de Santiago trató también de agredir a la compañera de piso de Elena

Adrian Burlacu, que estuvo en prisión por secuestro, gritó a la mujer: “Me queda una”, pero ella se encerró en el baño.

La compañera de piso y trabajo de Elena Mihaela Marcu aún sigue en estado de shock. El terror que vivió el pasado viernes al presenciar el asesinato de su amiga le impidió declarar hasta pasadas muchas horas, pero los datos que ha ofrecido a los investigadores son tan cruciales como escalofriantes. Identificó sin dudar un segundo a Adrian Eugen Burlacu, de nacionalidad rumana como la víctima, como el autor del crimen y reveló que, tras asestar más de treinta puñaladas a la chica, de 30 años de edad, se fue a por ella al grito de "me queda una, me queda una", según publica La Voz de Galicia. Aterrorizada, se encerró en el baño y logró evitar el ataque que, muy probablemente, le habría costado también su vida.

Burlacu sigue huido. Sobre él pesa una orden internacional de busca y captura, aunque la huella de sus últimos pasos está aún fresca en Lalín, la localidad en la que vivía y en la que ha sido detenido en varias ocasiones por la Guardia Civil. Siempre por robos con fuerza, aunque también estuvo implicado en el 2012 en un caso de secuestro por el que llegó a pasar más de dos años en la cárcel. En aquella ocasión, Elena declaró contra él pese a que ambos habían mantenido una relación sentimental, aunque corta. Los que lo conocían aseguran que él juró una venganza que se habría cobrado el pasado viernes.

La última detención del presunto asesino data del pasado 18 de noviembre. Nuevamente, la Guardia Civil lo arrestó en Lalín por un caso de robo con fuerza. La investigación vuelve a situar sus pasos hace tres semanas en Santiago, recoge el citado duiario. Se presentó en casa de su expareja y le pidió poder quedarse unos días allí. Elena Marcu accedió, pese a que aquel hombre ni le gustaba ni le había dejado buen recuerdo y pese a que en la vivienda residían también su madre y su compañera de trabajo, de nacionalidad española. Ambas eran camareras en la cafetería Isla, muy conocida en Santiago, donde ayer cerraron en señal de duelo y de cuyas rejas enseguida colgaron flores y carteles de recuerdo y pésame con mensajes que decían "siempre en nuestro corazón", "a nuestra Elena", "no te olvidaremos nunca" o "siempre nos acordaremos de tu amabilidad y de tu sonrisa".

Moreno y con entradas, de 1,92 metros de altura, complexión fuerte y muy peligroso. Esa es la descripción de Adrian Eugen Burlacu, que había estado viviendo en el piso de la víctima algo más de dos semanas. La investigación sitúa el escenario en un caso claro de violencia de género, pese a la animadversión que él pudiera guardarle a Elena Marcu por haber declarado contra él en aquel asunto de retención ilegal por el que tuvo que ingresar en prisión.

La principal hipótesis con la que trabaja la Policía Nacional es que Burlacu quería retomar la relación sentimental con Elena Marcu. Muy probablemente, para controlarla y aprovecharse de la estable situación que había logrado la mujer a base de esfuerzo y tesón. Y es que además de tener un trabajo fijo de camarera que le garantizaba ingresos con los que poder vivir, había comenzado a estudiar un módulo de formación profesional en Farmacia para intentar labrarse un futuro mejor.

El desenlace de la situación fue el peor. Sobre las 17 horas del pasado viernes, Elena Marcu le dejó claro a su expareja que no solo no iba a volver con él, sino que tenía que abandonar su casa. Él reaccionó asestándole más de treinta puñaladas en el abdomen, el pecho, la espalda y el cuello. La más grave le seccionó la tráquea y le provocó una insuficiencia respiratoria de la que los médicos pudieron sacarla con un hilo de vida para poder operarla, pero su estado era de extrema gravedad, con muerte cerebral.

La Policía Nacional trabaja desde entonces sin descanso para detener al sospechoso identificado por la testigo. El cerco se estrecha sobre Adrian Eugen Burlacu, pese a que es un hombre acostumbrado a vivir en un entorno delincuencial y conoce cómo esquivar a la Justicia.

Esfuerzo para trabajar y estudiar

Tras salir de su Rumanía natal y hacer escala vital en Italia, Elena Mahiela Marcu llegó a Santiago y en la capital gallega había encontrado su lugar en el mundo. Logró un trabajo estable como camarera en la cafetería Isla, situada en el Ensanche compostelano, y era muy apreciada entre los clientes del establecimiento por su buen humor, su dulzura y su profesionalidad, según informa La Voz de Galicia. Recientemente, había decido dar un paso más en su lucha por mejorar y se había matriculado en un ciclo de formación profesional de Farmacia en el instituto Lamas de Abade, donde el triste suceso ha causado una profunda consternación.

La directora del centro educativo compostelano recuerda a Elena Marcu como una mujer "amable y encantadora" que llamaba la atención de todos sus profesores por el gran esfuerzo que estaba haciendo durante el curso. "No es fácil trabajar por las mañanas y estudiar por las tardes y mucho menos en una lengua que no es la propia", destacaba la responsable del instituto Lamas de Abade.

La mujer asesinada era plenamente feliz. "Siempre decía que ella de Santiago no se quería ir y que valoraba mucho la gran oportunidad que tenía por poder estudiar", afirma la directora del instituto. No en vano, además de trabajo y formación, en la capital gallega había encontrado también la amistad de muchas personas. Entre ellas, la de sus compañeros de trabajo en la cafetería Isla y también la de muchos clientes. Prueba de lo bien que se sentía en la ciudad es que había decidido traer también a su madre, con la que vivía en el mismo piso de la calle San Pedro de Mezonzo en el que se produjo el crimen.

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