Luarca, conocida como la "Villa Blanca de la Costa Verde" está repleta de bellezas naturales. Lo bueno que tiene es que puede verse todo y sus alrededores en un par de días. El río Negro desemboca en la primera de sus tres playas, la costa es rocosa, con presencia de bosques en las inmediaciones y abundancia de valles que invitan a la contemplación.
El paisaje se hace más abrupto y escarpado cuanto más al interior nos encontremos. Del patrimonio artístico destacaremos los palacios de los marqueses de Gamoneda y de Ferrera, la torre y casona de Villademoros, además de las villas de indianos: Villa Excélsior, Villa la Argentina, Villa Rosario, La Barrera y Villa Carmen, la antigua casa de Severo Ochoa, premio Nobel de Medicina en 1959.
No podemos perdernos su cementerio, uno de los más bonitos de España debido a su situación, en la ladera de La Atalaya. Un precioso mirador a los acantilados. Aquí podemos visitar la tumba de Severo Ochoa, acercarnos hasta la cercana capilla de La Atalaya o hasta el faro, todos ellos de una belleza increíble.
Seguimos nuestro recorrido por Luarca visitando el muelle, el barrio de la Pescadería, el mirador de El Chano, y sus playas, como la de Taurán y la de Barayo.
Otro de los sitios que puedes visitar son los Jardines "de Panrico". Un grandísimo y precioso jardín botánico privado con una superficie de más de 20 hectáreas y miles de especies diferentes.
Y el aula del Mar de esta localidad sirve de sede a un buen número de estudios y aquí podrá observar, sin prisas y con todo detalle, uno de esos raros ejemplares de calamar gigante hallados en la costa asturiana.
¿Dónde comer?
Sport. Ambiente marinero y junto al puerto pesquero: evidentemente, aquí la cosa es el pescado. Y el marisco, con cetárea propia incluida. Con una clientela fiel desde hace más de medio siglo. También hay una vasta oferta de tapas, que permiten hacer una comida ligera y variada. En plan más serio, ya saben: empanada asturiana de merluza, ventresca de bonito, pastel de cabracho y centollo, merluza de pincho a la cazuela y unos clásicos frixuelos rellenos de manzana con chocolate para terminar.
Casa Consuelo (en Otur, a 7 kms). Magníficas fabes y guisos tradicionales en esta antigua posada de carretera (la N-634) totalmente cambiada a lo largo de los años: lleva aquí desde 1935. La familia López sigue ahí al cabo de 80 años con su fabada, su pote, su merluza a la sidra, su entrecot al cabrales y su arroz con leche. Una institución gastronómica en la principal carretera de la costa cantábrica.
Regueiro (en Tox, a 8 kms). Ojo: sólo almuerzo, salvo viernes y sábado y verano Se halla en una pequeña aldea aledaña al Puerto de Vega. Con el joven Diego Fernández en los fogones, que ya ha sido galardonado hasta en Madrid Fusión, está en muy buen momento. La base de la oferta: sus atractivos menús de degustación, muy variables. Algunas de sus especialidades: tortos de maíz con huevo de codorniz y hierbas, crema de coliflor montada a la leche de caserío con anguila ahumada y huevas, pitu de caleya (pollo de corral, ya saben) con pata y pimiento; nata con chips de manzana y romero, tiras de manzana crujientes con pan de especias y limón…
Beber
Siempre mencionamos lo mismo cuando proponemos un recorrido asturiano: los renacidos vinos de Cangas del Narcea, a sólo 75 kms de Luarca, con las últimas viñas asturianas, que hoy se rescatan con vinos de castas autóctonas como el albarín, el carrasquín y el verdejo negro. Pero son poquitas las bodegas, así que nos repetimos mucho. Pero hágannos caso. Monasterio de Corias, Chacón Buelta y Escolinas son tres buenas bodegas protagonistas de este renacimiento astur.
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