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De aquí para allá: Aranjuez

Encarna Jiménez y Víctor de la Serna comentan qué comer, visitar y conocer de esta localidad histórica madrileña.

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El Real Sitio y Villa de Aranjuez es un lugar especialmente atractivo para sumergirse en lugares de recreo de la corte de los Austrias y, sobre todo, de los Borbones.

Situado al sur de la Comunidad de Madrid, junto al Tajo y el Jarama, es un lugar de primaveras y otoños excepcionales. Aunque tuvo un origen muy antiguo, y dan fe los romanos que vieron a Anibal ganar en este lugar, tuvo un desarrollo discreto en la Edad Media, hasta que los Reyes Católicos se hacen cargo de la Orden de Santiago y todo queda bajo la Corona.

Carlos I lo utilizó para cazar, Felipe II comenzó el Palacio Real y los borbones le dieron el realce aristocrático.

A partir del S. XIX, la villa se apodera del Real Sitio y comienza su decadencia hasta la llegada del Tren de la Fresa(1851) con Isabel II.

Se pueden visitar:

El Palacio Real, con origen en los RRCC, se diseña en época de Felipe II, como el Jardín del Parterre. Sin embargo, ahora podemos disfrutar de distintas estancias de los siglos XVIII y XIX y colecciones reales muy atractivas.

En el Jardín del Príncipe se encuentra la Casa del Labrador, entorno y arquitectura del XVIII con proyecto de Villanueva. El Museo de las Falúas Reales nos traslada a los paseos en barca por los ríos y canales de este lugar privilegiado.

El puente de Carlos III sobre el Jarama o el embalse de Ontígola son algunas de las construcciones relacionadas con el agua que hacen de Aranjuez un lugar para que le ponga música el Maestro Rodrigo y lo pinte Santiago Rusiñol .

En la villa, que fue poblada en principio por suministradores y servidores de la casa real, hay dos interesantes iglesias: la de S. Antonio, barroca, la de S. Agustín, el Convento de S. Pascual de Sabatini y el Ayuntamiento. De época industrial tenemos la estación de ferrocarril, el mercado y la plaza de Toros, algo anterior.

Dónde comer:

Casa José. La familia Del Cerro, con Fernando en los fogones, regenta uno de los mejores restaurantes, no de Aranjuez, sino de toda la Comunidad de Madrid y aun de España, en el más antiguo edificio de la población (que no sea el palacio real). Su dedicación a los productos de la huerta de Aranjuez es más que encomiable. Fernando, profesional apasionado, apoyado en sala por su hermano Armando, se faja a brazo partido junto a los pocos agricultores que subsisten en Aranjuez para asentar y relanzar el cultivo de las fresas, los espárragos y las habas de gran calidad. Está ganando la batalla, y su carta, cada día más vegetal y fresca, aunque no vegetariana, menciona muy acertadamente los nombres de sus proveedores, que pueden enorgullecerse de ver reconocido su trabajo. Algunas cosas de sus actuales menús: los rábanos sobre puré de membrillo y queso rallado, el falso risotto de coliflor y coco, la calabaza asada en 'papillote' con azafrán, el lenguado con emulsión de perejil, el cochinillo frito con aromas de cítricos y de cilantro, las castañas en crema sobre láminas de cacao caramelizado y sorbete de chocolate...

Carême. Jesús del Cerro se formó junto al legendario Luis Irízar y luego puso en el mapa, en 1991, Casa José, la que había sido modestísima fonda de su familia, junto al Mercado de Abastos de Aranjuez. Más tarde se independizó y también en su Carême, que recuerda al más opulento de los históricos cocineros franceses, con un comedor tradicional y una atractiva terraza sobre los jardines, destaca hoy en Aranjuez con una cocina de corte muy clásico, como la enseña ya nos da a entender. Algunas de sus especialidades: lasaña de patatas trufadas con crema de boletus, alcachofas glaseadas con yemas de erizos, foie-gras salteado con escabeche caliente de fresas, 'salmis' (es decir, guiso) de pichón de sangre con compota de manzana, pernil de cochinillo asado con salteado de patatas, pastel de almendras con helado de miel y mahonesa de chocolate.

Casa Pablo. El restaurante más veterano (1941) y más clásico de la ciudad ofrece su sólida cocina de siempre, con las perdices estofadas, el faisán 'al Labrador' (por la Casita del Labrador), la paletilla de lechal y los mariscos en cabeza. Es lo que en estos micrófonos decíamos hace cinco años... y lo que hay que decir hoy: una casa inmutable, y eso también tiene su mérito.

Vinos

En Aranjuez no hay tradición vitivinícola, pero hoy existen una viña y una bodega de mucho mérito, creados desde cero por Daniel García Pita, abogado madrileño. Sus vinos tintos son excelentes y llevan el nombre de esta finca: El Regajal y su hermano pequeño, Las Retamas del Regajal. Bueno, y su vino superespecial, que se llama Galia. Mira que gusta lo francés en este Aranjuez, "mon amour".

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