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Carta de amor: "Amor a tres"

Ayanta Barilli lee la carta de amor del día que recoge el amor a tres bandas entre dos mujeres y un hombre.

El audio empezará a sonar cuando acabe el anuncio

Compartir una cama no es difícil pero compartir un beso es una heroicidad...

Hace pocos meses tropecé con los labios que quisiera me besaran toda la vida. Labios que iban acompañados de unas manos prodigiosas seguidas de uno brazos fuertes y  tiernos en el abrazo. Me fundí como mujer contra su cuerpo... morí y renací entre sus besos. Su tacto su olor quedaron grabados a fuego en mi memoria... dejó de ser un hombre para convertirse en el hombre de mi sueños.

Se fue lejos pero se quedó muy cerca, desde ese día algo de él vive en mí y se llevó mi esencia en sus labios. Durante dos días nos bautizamos de amor y como no con todo lo que acompaña a una pasión desenfrenada regida por el deseo.

Agonizantes kilómetros nos separan y nos escapamos como presos cuando podemos para abrazarnos una vez mas, sabiendo que mañana llegará la despedida con un: ¿hasta cuándo?

Un concierto fue la excusa para volver a regalarnos... no lo dudé, si sus labios me llaman lo dejo todo... un billete de tren en mi correo; encontré la forma de escapar de nuevo. (Necesito beber de sus besos) poco imaginaba lo que me esperaba a mi llegada... algo más que buena música... fue un viaje sin brújula al profundo interior de los sentidos.  Descubrí deseos que hasta entonces me eran desconocidos, ocultos que me condujeron a una emocionante aventura con destino al infinito...

Amar a otra mujer no estaba en mis planes y yo no sabía cómo hacerlo: él nos presentó, y con sus miradas nos unió a los tres (una comunión en silencio): para mí la hermosa mirada del amor nuevo, para ella el bello mirar de un amor reposado. Envueltos en la música regamos nuestras risas con cerveza, embriagados de felicidad se escapaban los pensamientos, se cruzaban las risas con las reflexiones ¿Aquí sobra alguien? ¿Soy yo la intrusa o ella es el pasado? Él no sabía dividirse y nosotras no nos posicionábamos. Éramos dos mariposas revoloteando nuestra flor, era un baile sutil, sin rivalidad, sin lucha.

Empezamos a coordinar nuestros movimientos: no hablamos pero nos entendimos a la perfección; entre bromas y carcajadas nuestras bocas se encontraron (un beso glorioso con regalo de locura) él pidió su parte, se la dimos, y embriagados en nuestro hallazgo erótico escapamos en busca de un refugio donde los rumores se callaran. Tres cuerpos enlazados, coreografía celestial: no eran sábanas eran nubes; no era lujuria era exceso de amor: amor x tres = ternura infinita, sinfín de caricias sutiles, equilibrios elegantes procurando todos los placeres ajenos. Inmersos entre rosas y volcanes de cálida lava.

Descubrir la delicadeza de mi sexo y al mismo tiempo sentirme mas enamorada de él al verle rendido a nuestras lenguas, nuestro aromas, nuestros sabores.

Gozamos como niños descubriendo un mundo nuevo expuestos y frágiles a nuestros sentidos.

No fue sexo, fue el amor de tres: una noche en el paraíso : ¡¡no fue solo sexo!!

Raquel

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