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Federico: "El 23-F creó un nuevo régimen en el que la casta política es intocable"

Alberto Recarte, Federico Jiménez Losantos, Luis Herrero y César Vidal han contado cómo vivieron el frustrado golpe de Estado y sus consecuencias.

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En el trigésimo aniversario del 23-F, César Vidal reunió en Es la Noche de César a Alberto Recarte, Federico Jiménez Losantos y Luis Herrero para hablar de cómo vivieron el golpe, de los puntos más oscuros del 23-F y de sus consecuencias. Los tres coincidieron en que la intentona "se veía venir".

Según Alberto Recarte, que vivió el 23-F en Moncloa –era consejero económico de Adolfo Suárez-, el todavía presidente del Gobierno "se esperaba el golpe". "Su gran preocupación era el CESID" y también el general Armada, explicó Recarte, que reveló como el nombramiento de Armada como segundo jefe del Estado Mayor fue "uno de sus mayores disgustos". El ministro de Defensa, Agustín Rodríguez Sahagún, le nombró por "presiones del Rey" y aprovechando la ausencia del presidente. "Suárez se iba con la preocupación de que un golpe, que había estado evitando, se iba a producir", contó.

El presidente de LD explicó que llegó a Moncloa a las ocho de la noche y no se fue hasta las ocho de la mañana siguiente. Con ellos estaban, entre otros, la familia de Suárez, ayudantes militares y "muchísimos guardias civiles, no sabíamos si para detenernos o para protegernos". Desde allí intentaron ponerse en contacto con la Conferencia Episcopal, la CEOE y la embajada americana. "Nadie quiso ponerse, lo que pedíamos era una condena y no quisieron. Fue muy tremendo".

Luis Herrero, que en el 23-F estaba "dirigiendo un periódico en Castellón", evocó la "inquietud" y el "cabreo cósmico" que le invadió a Suárez por el nombramiento de Armada. "Fue de tal magnitud", explicó, que se suspendió "la relación institucional" entre ellos. Además, el Rey mandó a Sahagún firmar el nombramiento de Armada cuando Suárez estaba de viaje en Canarias. Cuando el presidente se enteró, le dijo al ministro: "Pesará sobre tu conciencia un golpe de Estado que protagonizará Armada dentro de poco tiempo".

Federico, mientras, recordó que Tejero estaba en Madrid sólo un año después de su detención por la fracasada Operación Galaxia, una prueba más de que el golpe "era evidente". "Era tan evidente lo que iba a pasar que probablemente por eso salió mal", explicó, recordando la comida en Lérida de Múgica con Armada, la operación que se discutía en el PSOE para "echar a Suárez y a la UCD" y el "borboneo del Rey" con Armada.

Sobre este asunto, Recarte apuntó como "origen de los movimientos" la "no aceptación del PSOE de la derrota de 1979". Ahí, contó, el partido "empieza a conspirar" y emprende una "campaña terrible de acoso y derribo" contra Suárez a la que terminarían sumándose diputados de UCD. El pensamiento de que hay que echar a Suárez termina afectando también al Rey: "Hay un momento en el que el Rey decide que Suárez es un riesgo para la democracia y debería cesar".

En este punto, el presidente de LD reveló cómo el vicepresidente del Gobierno, Fernando Abril Martorell, le llamó a su despacho en el verano de 1980 y le dijo de Suárez que había pasado de ser un "río muy caudaloso" a un "arroyo seco". "Debería dimitir y hacerlo cuanto antes", le explicó a Recarte antes de solicitarle su "colaboración dado el estado de deterioro del país". "Yo me quedé petrificado", relató el presidente de LD, "sobre todo por su imprudencia". Tras sus palabras, Recarte fue a Moncloa a contárselo "punto por punto a Suárez", que le escuchó "sin decir nada" y que destituyó a su segundo un mes después. Esa fue, explicó, "su gran decepción", el momento en que "se rompe políticamente". Herrero aportó datos sobre hasta qué punto estaba afectado el presidente: "El impacto le dejó KO, estuvo sin salir de su habitación dos días".

Luis Herrero añadió a esto algo que le contó el propio Suárez y que terminaría de explicar su dimisión: le llegó la información de que en la caja fuerte del PSOE había una moción de censura con la firma de "veintitantos diputados de UCD". "Le llega que el documento existe. Y que, por tanto, había perdido el control del Parlamento", explicó.

Para Recarte, la marcha de Suárez es clave para entender el 23-F. Tras la confluencia de intereses de la trama civil para echarle, "que nace en el seno del PSOE" y militar, "ligada al terrorismo y a que muchos militares no querían renunciar a la esencia del régimen", se empieza "a hablar de un Gobierno de concentración nacional". "Pero lo desbarata algo que no se esperaba nadie: la dimisión de Suárez", contó.

Para César, sin embargo, "se produce el golpe a pesar de que Suárez dimite". Y fracasa por "dos razones": que Tejero demuestra que "no es capaz ni de apagar las cámaras de televisión" y el "bochornoso espectáculo" de la zancadilla a Gutiérrez Mellado. "No hay quien le apoye".

En opinión de Federico, había un "proyecto compartido, un poco brumoso", para "echar a Suárez: crear un Gobierno de concentración y luego llevar al PSOE" al poder y consolidar la monarquía. El Rey en todo esto tuvo, dijo, "una actuación de pensar en lo suyo, que es la monarquía y la dinastía".

En cuanto a algunos de los protagonistas, Federico recordó que Felipe González "había enredado" puesto que era "vicepresidente en el Gobierno de Armada". Sobre las consecuencias, apuntó que "el régimen actual es el que sale del 23-F", con un "poder de los partidos inmenso" y con un Ejército que "queda muerto". "La casta política se hace intocable", añadió.

Recarte incidió en que el Ejército, tras el fallido golpe, "desaparece como amenaza" y nace "una unión entre la clase política, ya sin el temor a lo que vayan a hacer las Fuerzas Armadas".

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