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Editorial de Luis del Pino: "Los jardines del diablo"

Luis del Pino editorializa sobre la campaña de acoso y derribo que se desató contra Federico Jiménez Losantos.

Editorial de Luis del Pino: Los jardines del diablo

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El domingo pasado les hablaba de hormigas y hoy les voy a pedir permiso para hacerlo otra vez.

La selva amazónica es un auténtico prodigio de diversidad botánica. En una sola hectárea de terreno puede haber entre 40 y 300 especies distintas de árboles, diez veces más tipos de árboles de lo que es habitual en los bosques de las zonas no tropicales. Los árboles de las distintas especies compiten entre sí por la luz del sol y conviven entremezclados unos con otros, formando un auténtico caos vegetal.

Sin embargo, dispersas por la selva amazónica se pueden encontrar, de repente, extensas zonas de terreno habitadas por una única especie de árbol: el huitilo, también llamado solimán o borojocillo.

Esas extensiones de terreno pobladas por un solo tipo de árbol son tan antinaturales en medio del caos selvático, que los indígenas del Amazonas atribuyeron su existencia a los cuidados de alguna especie de espíritu maligno. Y en consonancia con tal leyenda, dichas tribus amazónicas denominaron a esas extrañas zonas "jardines del diablo".

Durante algún tiempo, esos jardines del diablo resultaron un misterio para los científicos. Evidentemente, tenía que existir alguna razón para que las restantes especies de árboles no crecieran dentro de esas extensiones de terreno, pero no se sabía cuál podía ser esa razón.

Sin embargo, en el año 2005, un equipo dirigido por la bióloga americana Megan Frederickson realizó una serie de experimentos que permitieron comprobar que quien se dedicaba a cultivar y proteger con mimo esos jardines del diablo no era ningún espíritu maligno, sino la denominada hormiga limón.

Frederickson demostró que las hormigas limón se dedican a matar a todas las demás especies de árboles que intentan crecer en esas zonas, inyectándoles ácido fórmico en las hojas en cuanto asoman los primeros brotes. De esa manera, sólo los huitilos pueden crecer en esa área que la colonia de hormigas ha delimitado como su jardín.

Y la razón de que dichos insectos actúen así es que la hormiga limón construye sus nidos, precisamente, en los tallos de los huitilos.

Por tanto, cuando extermina a las otras especies de árboles, lo único que la hormiga limón está haciendo es proteger de cualquier posible amenaza a esos árboles que le proporcionan vivienda. Es decir, la hormiga limón protege a los huitilos por la simple razón de que le son útiles.

El pasado jueves se presentó en Madrid el nuevo libro de Federico Jiménez Losantos, "El linchamiento", en el que Federico narra las interioridades de aquella persecución que condujo a su salida de la Cope y a la fundación de esRadio.

Merece la pena leer el libro, aunque solo sea para conocer aquellas partes de la historia, aquellos detalles sórdidos, de los que normalmente no se habla delante del micrófono, pero que caracterizan perfectamente la catadura moral de algunos de los participantes en aquel drama.

Para nadie es un secreto que esRadio no existiría hoy si Federico Jiménez Losantos se hubiera avenido en 2008 a dos cosas: a dejar de apoyar a las víctimas del terrorismo y a dejar de hablar del 11-M. Porque si hubiera aceptado ambas cosas, no habría habido necesidad ninguna de echarle de la Cope, porque no hubiera resultado peligroso para nadie. En ese sentido, la campaña de acoso y derribo que se desató en su día contra Federico es prima hermana de la campaña de desprestigio que se montó también contra Francisco José Alcaraz. El objetivo era muy simple: o acabar con quien arrastraba a las víctimas a manifestarse en la calle, o acabar con el que era su principal altavoz. O acabar con los dos.

Lo cual lleva a una pregunta que no puede sino indignar a aquellos que creemos en la democracia y en el estado de derecho: ¿en qué tipo de sistema vivimos, que los que defienden la memoria, la dignidad y la justicia para las víctimas del terrorismo, son perseguidos y acosados, para tratar de silenciarlos?

Sin embargo, la situación es todavía más siniestra si la contemplamos desde el punto de vista justamente contrario y nos fijamos, no en aquellos que son perseguidos, sino en aquellos que no lo son. Porque todo ese esfuerzo invertido por algunos en silenciar a medios de comunicación que defienden a las víctimas del terrorismo o que piden simplemente respetar la Constitución, jamás se ha empleado en tratar de silenciar a esos otros medios - algunos de ellos de titularidad pública - que atacan de manera cotidiana a España, que llaman de forma permanente a violar los derechos de los españoles y que jalean cada ataque que nuestra Constitución recibe.

¿Qué tipo de sistema tenemos que trata de silenciar a quienes intentan defender el estado de derecho y el ordenamiento constitucional y, sin embargo, da barra libre a quienes se pasan tanto el estado de derecho como la propia Constitución por el forro de sus caprichos?

Pero, sobre todo: ¿cuál es la razón de que España se haya convertido en un auténtico jardín del diablo, en el que las hormigas institucionales se dedican a proteger a toda costa a quienes declaran no sentirse siquiera españoles, hasta el punto de intentar aniquilar a cualquiera que exija la simple aplicación del estado de derecho?

En los jardines del diablo amazónicos, la razón del comportamiento de las hormigas limón está clara: ellas protegen a los huitilos porque ese árbol les resulta útil. Así que la pregunta que surge ineludiblemente es: ¿qué utilidad sacan las fuerzas vivas de este país de proteger con tanto esmero a quienes solo buscan la destrucción de España y de la Constitución?

Porque alguna razón profunda debe justificar ese comportamiento del hormiguero institucional. Nadie se toma el trabajo de perseguir a medios de comunicación si no existe un buen motivo.

Espero que algún día alguien nos explique qué motivo es ése. Porque todas las explicaciones que a mí se me ocurren son excesivamente siniestras. Casi podría decirse que diabólicas.

En esRadio

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